UN DIA EN TICUL
(Relato de mi hijo Héctor tomado de su blog: http://hectoralejos.blogspot.com/ y aunque no quiso agregar imágenes -explica porque- yo si le agregue algunas de mi primo Monchy al momento de preparar los panuchos y una vez ya listos..... Mmmmmm, deliciosos, únicos e iningualables: ¡los mejores panuchos del universo!, al decir de mi hermanito Roberto.......
Debo aclarar, que este puesto de panuchos -tema del relato de mi hijo-, fue fundado por mi famoso Tío Pepe (ya difunto y hermano de mi Madre), hace ya muchos años junto con mi Tía Mercedes (otra hermana de Pepe) y que en la actualidad es atendido por su hijo (mi primo) Monchy y su esposa Elba, manteniendo así una tradición familiar de casi 50 años.
Bueno, pasemos al relato de mi hijo Héctor:
Hace unos días fui a Ticul, un una pequeña ciudad ubicado al sur del estado de Yucatán, a una hora aproximadamente de Mérida. Famoso por sus hermosas artesanías de barroy sus zapatos de buena calidad, y además cuna de toda la familia de mi viejo (incluído él por supuesto). Fui con mi abuela paterna, ya que ella tiene una casa ahí y cada determinado tiempo va a darle mantenimiento.En verdad es otra cosa ir a un pueblo, y espero con este texto logren ver un poco de esta diferencia. Es por esto que no hay imágenes, trataré de describirlo lo más detallado posible para que se imaginen cómo fue mi día en Ticul.Llegamos al pueblo alrededor de las 10 de la mañana y los albañiles ya estaban esperándonos en la casa. Luego de bajar algunas cosas del auto (revistas y periódico para mi) comenzaron a trabajar en la casa. Yo no había desayunado, pues salí muy temprano de mi casa (para ser jueves sin clases). Por lo que mi abuela notó mi cara de niño hambriento y me dio 50 pesos para ir al mercado del pueblo a comprar unos Panuchos (los panuchos son una de las comidas más tradicionales de mi estado, es una tortilla frita con frijol adentro y encima pollo o pavo, con tomate, cebolla, romanita y chile).Aqui es donde se nota la primera (y más importante) diferencia entre un pueblo y una ciudad: El mercado. Me dijo mi abuela que tiene una sobrina (no tengo idea de como se llama la relación que tiene conmigo) que vende panuchos en uno de tantos locales que hay en el mercado.- "Cuando llegues al mercado, pregunta por Monchi"- fue lo que me dijo.Llegué al mercado y había mucha gente, hombres y mujeres vestidos con la ropa típica de la región (hipil para las mujeres, guayaberas para los hombres) y había muchos puestos que vendían panuchos. - "no voy a preguntar, mejor busco el local que se vea mejor y ahí voy a comer"- Pensé.Caminé recorriendo todos los locales hasta que encontré uno que se veía mejor que los otros (buscando el más limpio, el que tenga calidad por encima de los demás) y ahí me senté y ordené 5 panuchos y una coca-cola. Aqui ocurrió algo que marcó mucho: junto a mí en la mesa, estaban de un lado una pareja de esposos y por el otro lado dos señoras vestidas con hipil. Todos hablaban entre sí en lengua maya. Por un momento me sentí -no se si decir avergonzado- muy mal, muy turista en mi propia tierra. No podía creer, no entendía nada de lo que estaban diciendo estos señores sentados a mis lados.Disfruté mucho la comida, el comer en el mercado del pueblo es una experiencia diferente. El sabor es completamente diferente al de los panuchos de la ciudad. La manera de prepararlos e incluso los ingredientes son otros, que le dan un sabor completamente superior a los de Mérida.Al terminar de comer (y pagar $42 por 7 panuchos y una coca-cola), estuve caminando por todo el mercado, en parte para conocerlo y en parte para encontrar algún postre. Lo que vi (ademas de millones de naranjas (dulce y agria), mandarinas, toronjas y jícamas, fue un solo puesto de dulces. Atendido por una señora ya muy grande, con la cara llena de arrugas que le daban un toque de sabiduría, de temple y de superioridad. Había cocadas, pepitas y mazapanes; cualquiera a $4, pero después de hablar un rato con la viejita me dió 3 dulces por los 8 pesos que me sobraron. Mientras seguía paseando me comi el mazapan, y mientras caminaba de regreso a casa me comí los otros dos dulces.Regresé a casa de mi abuela; para que me dijera que estaríamos ahí todo el dia y que mejor colgara una hamaca y me vaya a leer.La casa de mi abuela es una casa antigüa, con el techo muy alto (para que no se sienta tanto el calor) y paredes muy alejadas. Dentro de su terreno, tiene una casita contigüa a la principal, una auténtica y tradicional casa maya. Las paredes de las casas mayas están hechas con varas de madera de bajareque recubiertas con embarro (mezcla hecha a base de tierra roja, zacate y agua). Se techan a dos aguas con hojas de palma de huano. Carecen de ventanas y tienen una puerta delantera y otra trasera. Son térmicas: en tiempo de calor son frescas y en el de frío, tibias. En esta casa colgué mi hamaca y me acosté a leer las revistas que llevé conmigo: "Mecánica popular" y "Quo". Luego de hojear ambas no pude evitar quedar dormido, rodeado de tanta tradición y tanta belleza dormí muy a gusto.Desperté por el sonido del taladro de los albañiles, no habían pasado más de 2 horas pero me levanté completamente renovado, como si esas dos horas me hubiesen llenado de energía para pasear todo el pueblo. Pero no pude hacerlo, ayudé a mi abuela a terminar de arreglar la casa, y al rededor de las 4 de la tarde salimos de regreso a mi ciudad. En el camino le dije a mi abuela que en verdad me habia gustado pasar el día en Ticul, y que no dudara en avisarme la próxima vez que necesitara ir.De regreso a la ciudad, entrando por la avenida Itzáes (la del aeropuerto) noté cierta nostalgia al ser rebazado por miles de autos, al escuchar tanto ruido y al oler la gasolina y el humo de los carros y las empresas cercanas. Quiero regresar a mi pueblo, ¡quiero ir a Ticul unos días más!Quiero comer muchos panuchos y dormir en casas con techo de huano. Quiero conocer a la gente que vive allí, hablar y jugar con ellos, recordar mi infancia en el parque frente a la iglesia principal. Quiero aprender maya. Este es un objetivo que me he puesto, y que prentendo cumplir lo más pronto posible.
1 comentario:
coincido con todos...los mejores panuchos de Ticul¡¡¡ Aunque no le ganan a los de mi Abuelita jejeje
Jorge Alejos V.
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